Final Fantasy XIV: Crónicas de Eorzea [Open Beta]

Final Fantasy XIV A Realm Reborn

[Esta nota será parte de una serie de artículos semanales que describirán mi experiencia con el juego. Decidimos que, en vez de hacer una reseña tradicional para este juego masivo en línea, un diario de experiencias sería una mejor opción para el tipo de juego que es Final Fantasy XIV: A Realm Reborn.]

Empecemos por el principio.

Antes de comenzar a hablar de Final Fantasy XIV: A Realm Reborn, me gustaría aclarar que tenía años sin entrar a un MMO. El último que jugué con disciplina fue Lineage II, de ahí a la fecha he jugado muchos, pero solo por cortos periodos de tiempo. Antes de Lineage II ya había tenido muchas otras experiencias de juegos masivos en línea y después de muchos años, de cansarme de jugar la carrera tecnológica que supone el jugar en PC, me vi atrapado en las consolas.

No es queja, ciertamente, es solo que me había hartado de estar buscando siempre la actualización constante, andar batallando con la distribución de piezas que, en aquél entonces, era más que un dolor de cabeza: simplemente era inexistente. Ahora ya en una consola, los MMO eran muy escasos, el único que tuve oportunidad de jugar fue DC Universe Online. Me gustó, pero no fue suficiente.

La cosa es que, como fanático de los juegos de rol, de la ambientación «medieval» y «fantasiosa,» después de miles y miles y miles de páginas de obras literarias como El Señor de los Anillos y La Rueda del Tiempo, no me sentía cómodo en el entorno de DCUO. Hey, el juego es bueno, el problema era yo.

La primera experiencia con FFXIV.

No había volteado a ver a Final Fantasy XIV porque, luego de estrenarse y fallar miserablemente hace un par de años, la versión para PlayStation 3 se había quedado perdido en el limbo. Y también mi atención sobre el juego.

Cuando se anunció A Realm Reborn, un remake de este MMO, se escuchaba interesante, pero muy distante para mi. Fue la invitación de un amigo el que me interesó en el juego. Su experiencia en FFXI y un grupo de amigos que se entusiasmaron por el juego cerraron el trato y me comprometí a entrar.

Luego de un par de periodos durante la fase 3 del beta cerrado ya me había enganchado. Me gustaba mucho las mecánicas de las clases múltiples, la implementación del Duty Finder y en general el juego era muy entretenido. Terminé preordenando la edición de coleccionistas.

El Open Beta.

Después de unos cuantos fines de semana de beta cerrado, Square Enix había puesto las fechas para el periodo abierto de pruebas y del «acceso temprano» para quienes hubieran preordenado el juego en cualesquiera de sus ediciones. El open beta sería del 17 al 19, habiendo un día más para quienes ya hubieran jugado en fases previas del beta. Nosotros tendríamos el día 16 para nosotros mismos.

Siendo así, nos pusimos de acuerdo, pensando que la carga de los servidores sería equivalente a lo que habíamos visto en fases pasadas y nos confiamos. «Hey, hay que entrar en el servidor Hyperion. Ahí habrá una buena comunidad de latinos que vienen desde la versión 1.0 del juego,» dijimos. Confiados.

Problemas técnicos.

Muy triste fue la realidad de encontrarnos con retrasos en la recepción de los códigos para descargar el cliente, la inhabilidad para actualizar el cliente durante un día completo para, finalmente, llegar al día 16 y encontrar que Square Enix había decidido limitar la capacidad de crear personajes en ciertos de los servidores al azar. Destrozando por completo toda la plantación que no solo nosotros, sino muchos otros jugadores habían hecho para entrar al mismo mundo que sus amigos.

Esto causó un revuelo entre quienes habían no solo jugado durante las fases anteriores, sino también aportado retroalimentación hacia Square Enix y se sintieron traicionados de no poder unirse a sus cofrades dentro del juego. Más grave fue la renuencia del desarrollador para explicar el por qué se llevó a cabo esta medida siendo que era la misma población de periodos anteriores. Así es, el beta abierto todavía no había empezado.

Después de varias horas de estar «cazando» el momento en que el servidor que habíamos escogido volviera aceptar la creación de personajes, que simplemente parece que nunca llegó, el periodo de pruebas abierto para todo el público inició… y como era de esperarse, los servidores simplemente no aguantaron la carga de usuarios que llegaron en estampida a conocer el juego. Esto era natural, pero a muchos les sorprendió que golpeara tan fuerte al juego, siendo que la compañía ya posee experiencia con juegos anteriores (Final Fantasy XI) y el lanzamiento original de XIV.

Una vez me di cuenta que no habría oportunidad de jugar en compañía de mis amigos, me resigné a crear un personaje en cualquier servidor para de menos ir conociendo la nueva clase que se había estrenado para esta fase, el Arcanista, y lo jugué por algunas horas. Lo disfruté.

No hay forma que demerite el juego, es bueno. Lo malo es todo el sufrimiento al que se tuvieron que someter algunos de los usuarios para poder siquiera crear un personaje, quizá para muchos será demasiado como para entrar al juego en sus días de estreno. Muchos quizá se hayan disgustado lo suficiente como para volver al juego algún día.

Una vez dentro de Eorzea.

Yéndome por fin al juego, me agradó el manejo del Arcanista. Es una mezcla rara entre todo tipo de mago: invoca carbuncos, cura, hace magias directas, con daño sobre tiempo. Es de todo un poco.

Lo que sí es que, como toda clase que utiliza mascota, se siente muy poderosa ya que puedes lanzar a tu animalito al frente para que absorba el maltrato de tus enemigos, mientras tú te dedicas a lanzar toda suerte de hechizos que son bastante efectivos desde los niveles más bajos. Y si incluimos que el Arcanista posee habilidades curativas, lo hacen bastante viable para subir de nivel rápidamente. Quizá haga falta que Square Enix baje un poco la dureza del Carbunco y así hagan logren distraer más al personaje para cuidar la vida de su invocación y bajarle la facilidad extrema que posee dicha clase.

En fases anteriores utilicé al Pugilista, que creo será mi clase principal una vez inicie el juego bien. Eso de ser un artemarcialista que se la pasará dando karatazos a los enemigos me es muy atractivo, más cuando puedes evolucionar a un Monje. El poder probar el Arcanista, una clase con taques a larga distancia, me hizo reflexionar lo mucho que me gustan las mecánicas de posicionamiento del Pugilista y la necesidad de ir variando los combos que realizas para mantener los buffs, debuffs y el promedio de daño constante.

Una cosa más es que, con el cambio de clase, también inicié en una ciudad-estado distinta: cuando fui Pugilista, inicié en Ul’Dah. Esta ciudad en medio del desierto fue mi primera experiencia dentro del juego y me agrada bastante, pero el área de inicio del Arcanista, en Limsa Lominsa, me agradó bastante. Sobretodo me gustó mucho la variedad de terreno que vemos en el área de La Noscea: barrancos, planicies, playas y demás.

Los constantes problemas técnicos en este beta abierto eran de esperarse, y aunque algunas decisiones de Square Enix puedan ser debatibles, el juego sigue siendo divertido. Ya que mis amigos y yo adoptemos una mejor estrategia para lograr unirnos a un mismo servidor, sé que olvidaré rápidamente todos los corajes que hice durante esta fase del juego.